Hay un pedacito de sol y de sal tendido entre el Norte de Africa y el Sur de Europa, que bañado por las olas halinas del Mar de los Romanos _Mediterráneo_ del que sólo se puede decir que seduce a quienes lo prueban, secuestra de amor a quienes su luz beben y enamora a quienes a su pasión se dedican. Almería, mi Almería, mi querida Almería … tierra de noble poesía, luz y encanto; historia bereber contemplada sobre el paso del tiempo que se refleja en las aguas azules de su mar tanto como en las cumbres límpidas de sus altas montañas…..
Hay un pedacito de sol y de sal tendido entre el Norte de Africa y el Sur de Europa, que bañado por las olas halinas del Mar de los Romanos _Mediterráneo_ del que sólo se puede decir que seduce a quienes lo prueban, secuestra de amor a quienes su luz beben y enamora a quienes a su pasión se dedican.
Almería, mi Almería, mi querida Almería … tierra de noble poesía, luz y encanto; historia bereber contemplada sobre el paso del tiempo que se refleja en las aguas azules de su mar tanto como en las cumbres límpidas de sus altas montañas.
Yo llamo a este rincón sureño de gloria olvidada y perdida en los tiempos “Mis Tierras Indalianas” y a ellas quiero dignificar en nombre y compostura tras esta breve exposición de alabanza … por ser Almería cuna de civilizaciones, remembranza continuada de epopeyas y paridero múltiple de culturas; yo llamo a estas tierras cuya frontera yace allende a pactos políticos y límites geográficos “la tierra de la sensatez y la tierra del alma” porque la aridez concomita en litigio diario con la vida y con la muerte y así juntas todas, a una sóla vez y a una sóla voz aprendieron desde el inicio de los tiempos a convivir juntas en frágil, delicada y constricta armonía… al unísono de sus contrastes.
Yo las llamo “Mis Tierras Indalianas” pues en ellas el viento fuerte y seco se pasea y la historia _cansada_ se detiene y se tiende a su regazo … yo las llamo “Mis Tierras Indalianas” porque en ellas fui configurado cual el que soy y fui engendrado tal el que fui, porque el paso del tiempo me ha invitado con evidencias como con frustraciones a respetarlas allá donde incluso la mano del hombre jamás pudo osar poner su huella, bajo la innata talla de su más austero linaje.
Almería es una comarca que se dignifica a sí misma en la humedad mediterránea que baña su rostro de mujer guapa a la vez que su dolido lomo se araña contra las arenas grises de los duros guijarros de sus ramblas y de las areniscas secas de sus barrancos y cárcavas perdidas en el territorio; que se dignifica por la cordura del aprovechamiento del agua _tan escasa_ de la que ha sabido hacer alarde durante centurias, mientras que a la vez es reina de las nieves invernales en sus cumbres más montanas; Almería es dama por su viento hastío y cansino, a la vez que doncella por sus eternas mañanas azules en los límpidos días de invierno…. Almería es una tierra de amoríos para el reino perdido y quebradizo de “los contrastes”.
Simplemente un rincón donde la historia del hombre, del territorio y de la vida conjugaron sus destinos desencontrados.
La tierra–
El rojo de las tierras ferruginosas recién labradas se combina aquí con el amarillo del desierto, de las estepas cerealistas, con el gris de las launas y las pizarras y con las distintas tonalidades verdes más diversas que adornan desde una ribera hasta un marjal, del verde parral alpujarreño hasta el verde pajizo de las retamas en las estepas taberneras. Almería brinda un contraste de color por doquier gracias a esa mezcolanza de una inmensa y surtida paleta natural que es su suelo, desde la oscura profundidad de una noria hasta la azulona agua de algún humedal, desde el marrón de la cárcava a la amalgama de tonalidades de los tajos que adornan las barranqueras por doquier.
La tierra también nos brinda a veces el color burlón de su sombrilla en forma de plástico blanco que da cobertura a los abundantes cultivos invernados, y que juega igualmente con el paisaje de azules sempiternos que son el mar y el cielo que se rinden a sus espaldas, pues la tierra de Almería predomina en colores mezclados a gusto de quien desee capturarlos y jugar con ellos y con su luz predominante, de la luna a veces, o del sol … la luz de las estrellas o la del alba en el monte o del ocaso en el mar.
El clima-
Vivir Almería significa conocerla más allá del asfalto, de las calles empedradas, de los caminos o las carreteras … vivirla en cada piedra y tras cada estación, descubriendo en ella el verdadero sabor de su sabia desde los barrancos, los cortijos y las eras, los pozos, los tanques y los aljibes, las norias, los fortines y las ciudadelas …
Construida desde la aridez climática a la vez que desde las bondades de sus lluvias torrenciales que temporalmente harán presencia llenando de vida año tras año cada uno de los rincones de su desierto, Almería cae hasta el mar donde su vientre da fruto a la formación de mil playas y rincones que conforman su bahía así como de los escarpes que la rodean y la protegen.
Si bien conocida es esta tierra por la extremada fiereza con que el estío se encarna en las criaturas que en ella habitan, menos conocida sea tal vez la imagen de bondad que sus tibios inviernos le otorgan, que sus cálidos otoños y sus radiantes primaveras le imprimen y que dan todos ellos en conjunto lugar a una de las más maravillosas joyas de la biodiversidad y la geodiversidad que puedan ser contempladas por nuestras latitudes, preñada de endemismos y formaciones que han sabido adaptarse a las situaciones extremas que acompañan cualquier existencia a lomos de su geografía abundada en seres relictos que han evolucionado inalterados a lo largo de los tiempos.
Si pueblos como el vascón mantuvieron irreductible durante milenios su cultura gracias a la fuerza que a su carácter y su defensa imprimieron la inexpugnabilidad de sus territorios montañeses, de igual manera podemos afirmar que la impronta de los desiertos regados por el mar y los inviernos benignos del sudeste han sabido imprimir su huella en el carácter del pueblo almeriense a lo largo de centurias, así como esculpir su particular vitalidad y entendimiento de la vida y de las cosas, desde la ocupación fenicia hasta la cristiana pasando por supuesto por la árabe o la romana y con nobles pinceladas del judaismo o de las sociedades itinerantes romaníes que han forjado su historia desde tiempos ancestrales.
En Almería se puede morir de frío en sus montes o bien de calor, a pocas millas en su desierto; se puede morir ahogado en la ancha mar o bien deshidratado junto a un aljibe que perdió su vital elemento; se puede morir por el oprobio generado en el exceso de las lujurias y las riquezas o bien de hambre y miseria por no haber sabido encontrar el camino del fortunio y la prosperidad…. éstos son los sempiternos contrastes de esta noble tierra quemada por el sol en su paisaje y su paisanía besados tímidamente por el océano.
La luz-
La luz es la única diferencia tangible entre el día y la tiniebla, entre el ser o el no ser, entre lo oculto y lo visible en el Reino de la Sultana del amor… la luz que ilumina nuestros campos y mieses, nuestros barrancos y desiertos, el espejo de nuestro mar y el azul del cielo o el blanco nevado de las montañas.
Esa es la luz que abunda en las tierras que ocupan nuestra historia, luz blanca y cegadora a veces, como al paso de la canícula del verano, luz roja de los atarderes otoñales, luz azul del alba frío, rosa del ocaso en el invierno o gris como la turbia luz de un día de tormenta….. luz intensa del rayo en la noche, luz tenue de las estrellas que salpican sus cielos, luz tenebrosa y oscura que presagia tempestad a los marinos que vuelven cansados de sus faenas … luz al fin y al cabo generadora de contraste.
La luz es y ha sido otro de los elementos fundamentales que ha marcado el carácter de este pueblo, cuyo bagaje se encuentra cargado de escritores y poetas, escultores y pintores y otros amantes del realce sublime que la luz en cualquiera de sus formas imprime a los contornos y a las siluetas de lo tangible, convirtiendo cuanto toca su mano en arte y exhuberancia, desde la contemplación de un atardecer junto a la orilla del mar en una cálida víspera de octubre hasta el ensimismamiento enamorado en una noche de agosto de luna plena en las alturas de sus cadenas montañosas, abrigados al cobijo de un roquedo.
Luz que ha sembrado las tierras indalianas en la codicia ennoblecida de quien se oculta tras una lente fotográfica, luz que hizo y hace traer desde las más lejanas tierras a completos, complejos y caros equipos de grabación que sólo aquí encontrarán el éxito a la exigencia de sus guiones cineastas o que alcanzarán el clímax de esa fotografía única que nos brindan las noches del Cabo o la gama de ocres desprendida del Desierto.
La luz no es elemento independiente del Sol, al que muchos continúan empeñándose en dar significado de Ocio, sino el efecto de la desertización a niveles en su máximo exponente; el sol ardiente que otorga personalidad propia a cada una de las piedras que se queman bajo su calor radiante, a cada uno de los seres que viven bajo las sombras de las mismas, la impronta personal de los humanos que vivimos al borde de la fantasía de la luz y del exterminio generado por el calor que la acompaña.
El agua-
Hablar del agua en Almería es hablar de un mundo secreto, tan sólo conocido por aquellos que hurgamos a diario sus entrañas … el agua está aquí presente de una forma particular y bella como son los aljibes, los pozos, estanques, norias y acequias en una cultura hídrica distinta a la vez que distante de la de otros lugares donde su abundancia la dota de insignificancia.
En las tierras de secano, el agua es presente en forma de rocío, manantial subterráneo o leve precipitación y es un bien codiciado, preciado e imprescindible; y como tal es alabado apropiadamente, pues su ausencia no obstante se manifiesta por doquier en la forma en que habitualmente es conocida. Son manifestaciones que la vida brinda de una forma singular en un entendemiento de la misma al borde permanente del caos, donde éste termina y el ensimismamiento ante lo sublime da su comienzo.
El agua no obstante puede igualmente llegar súbita desde el cielo, tras abrumadoras nubes de tormenta que todo devastan y cualquier horizonte diluyen; la historia indaliana está plena de tierras de aluvión provenientes de grandes y catastróficas avenidas que colaboran en el esparcimiento de su riqueza fosilífera por llanos, barrancos y ramblizos.
Tras la tempestad siempre llegará la calma y un nuevo renacer llegará tras cada tormenta , así como tras cada invierno llega siempre una nueva primavera y poco a poco, la inexactitud del paisaje se irá viendo transformada sigilosa y paralelamente al paso del devenir del tiempo y ante los ojos que tímidamente lo observamos pasar.
Hablar del agua, es además hablar de la que nos riega desde las simas profundas del mar y que tanto sustenta la economía en esta tierra así como configura paisaje, etnografía, costumbres y la vida misma en todas sus formas; el mar, la mar … omnipresente en este rincón del sudeste peninsular es el regulador natural de los fuertes vientos que lo azotan así como termómetro que calibra su áspero a la vez que benigno clima …. aguas que albergan maravillosas riquezas coralinas así como abundantes pecios cargados de historia, aguas que conforman un paisaje de contrastes frente la aridez de la tierra seca, aguas que a lo largo de los milenios han inundado o dejado al raso estos territorios, cuyo testimonio fósil delata la magnificencia de los caprichos y avatares de las mareas históricas que la misma geología e hidronámica mueven a través del paso ineludible y caprichoso del devenir en el enfriamiento de esta patata caliente y verdiazul en la que habitamos y que llamamos Tierra.
Almería hoy-
No obstante y siendo un mundo único a ojos de quienes saben mirarlo de soslayo y sin miedo, Almería llora ante el sangrante expolio que actualmente mancilla la piel de su territorio plagándolo de desolación al amparo de un urbanismo tan demente como indecente, desmesurado y absurdo que esquilma sus acuíferos, desenarbola la frágil estructura de su paisaje y aplana el territorio en base a criterios económicos de hormigón y ladrillo que los almerienses no podemos entender ….. mas si globalmente lo analizamos, con mirada lejana y mente abierta, no podremos dejar de atisbar el hecho simplemente como un símil del paso de un segundo Atila por nuestros llanos y cárcavas en la esperanza de que las próximas lluvias hagan crecer la hierba tras la herradura infame de sus cabalgaduras.
Almería se ha puesto de moda, aunque no es algo nuevo pues múltiples etapas de su historia la han igualmente ensalzado para posteriormente destruirla; esa misma Almería que yace en el lecho de la contradicción y el contraste de la insostenibilidad, con una historia reciente que no se supo mantener basada unas veces en el esparto, otras en el tomillar o bien en la uva de embarque ….. por ello que es la mayor asignatura pendiente de Almería y sus moradores la de saber enfrentarse a cada situación sin permitir que manos ajenas coman siempre sus manjares, de los que tras disfrutar sus mejores porciones partirán dejando atrás en la tierra yerma y rota tan sólo cáscaras y huesos.
Y es que no queda más remedio que entender Almería como un cúmulo de contrastes y de contradicciones que la han venido a definir en tantas ocasiones como.
Author: Jesús Contreras